Armas y civilización
24/10/2014Escrito por: Ramón A. Mendoza C.
Desde hace más de cuatro años, el gobierno anterior prohibió la importación de armas de fuego por considerar que era causa de la violencia y de los homicidios en las calles. Como secuela de la medida se promulgó una nueva ley para la posesión y porte. Muy estricta y con fallas, pero aceptada como adecuada.
A pesar de esta contención, la violencia armada continúa, las pandillas y delincuentes están armados y la mayoría de los homicidios se cometen con armas de fuego. ¿Qué efecto tuvo la limitación en la importación? Ninguno. Esto se debe que las armas que utilizan los pandilleros y delincuentes son ilegales, entran al país de contrabando o se ponen en circulación de manera irregular. Como es obvio, esto no lo hacen sus legales y legítimos propietarios.
Los dueños de armas con permisos son minuciosamente escrutados, sujetos a test psicológicos, pruebas antidrogas, certificaciones de tiro, incluso pruebas de ADN, revisión de antecedentes penales y una detallada requisa informativa de su persona, domicilio, profesión etc.
Cada arma legal se somete a una prueba especializada, que crea una identificación balística única y propia, por lo que su dueño puede ser identificado con rapidez frente a la eventualidad de un homicidio o lesión. A diferencia de la mayoría de los países, aquí el comprador no la recibe en la armería, sino varias semanas después en las dependencias de la Dirección de Investigación Judicial, que las mantiene en custodia desde su ingreso al país. La cifra de crímenes cometidos con armas de fuego legítimas, en manos de sus propietarios, es cero. Sin embargo, organizaciones internacionales oriundas de países desconocedores de nuestras regulaciones e idiosincrasia pujan y presionan de manera constante para que se prohíba la venta. Ellos asimilan, de forma incorrecta a la nuestra, la realidad de ciertos países africanos y del Cercano Oriente donde la venta de armas de todo tipo y calibre se realiza de forma abierta y sin regulación. La violencia armada en tales lugares dista mucho de la naturaleza y sentido de la violencia delincuencial que se vive en Panamá. La contención de armas para ciudadanos responsables no frenará la violencia entre pandillas ni los ataques de delincuentes.